jueves, 22 de abril de 2010

Sonic Youth. La Riviera. 19 de abril

Kim Gordon. Ruido y arte. Foto: Julieta Triangular


Una de las experiencias más importantes que puede vivir alguien que ame la música es ver en directo a Sonic Youth. Ellos son el grupo que mayor calado han dejado en el inconsciente musical de las últimas décadas. Su influencia es infinita amén de una trayectoria sin un borrón, cuidando como padres a los hijos su profesión.
La primera noche de sus dos conciertos en la Rivera, tuvo como principal atractivo verles tocar en una sala, este ingrediente eleva sin duda el discurso de la banda ganando en cercanía y potencia.
Thurston Moore, Kim Gordon, Lee Ranaldo y Steve Shelley (en esta ocasión no contaron con Mark Ibold al bajo) iniciaron su concierto mirando al pasado con “Schizophrenia” y así siguieron con otras de catálogo del tipo “Hey Johnny” o “100%”. Cancionero popular de la banda facturado en los últimos tiempos de siglo XX. Las canciones de su disco más reciente “The Eternal” llegaron poco a poco sin convertirse nunca en las protagonistas de la noche.
Los más de 90 minutos de velada fueron de infarto, jamás bajaron la intensidad y obraron cada una de sus piezas con una exactitud matemática asombrosa. “No tengo palabras” fue una de las expresiones mas usadas por la gente durante el recital.
Para mucho de los que estuvimos allí supuso toda una vivencia dejar entrar el ruido-que supura vida- de Sonic Youth. Emocionante sentir como solo ellos consiguen que el público se conmueva con su descarga de caos controlado al milímetro. Un viaje que se inicia al comienzo de cada canción pero que perdura segundos después de su final cuando la audiencia estalla en aplausos, agradeciendo la nueva aventura vivida por sus sentidos.
Se cuenta con los dedos de una mano las ocasiones en la que un concierto va más allá de la diversión y la emoción. Con Sonic Youth siempre hay algo más, algo que se escapa al entendimiento, al adjetivo. Son “Una Ópera egipcia” que dirían los gitanos.

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